12 abril 2008

El síndrome de marabunta


Lo que se ha dado en llamar el síndrome de Galileo puede resumirse brevemente de la siguiente guisa: es el temor de que un preconcepto filosófico o religioso pueda interferir con la autonomía que debe presidir el quehacer de los científicos. Viene al pelo como metáfora para referirme a lo que diré a continuación.

La borrachera relativista en la que ahora retoza el mundo me impele a reformular dicho síndrome de la siguiente manera: el terror que tienen los científicos de que una certeza que cae bajo su ámbito se vea neutralizada por una opinión pública narcotizada o coartada por un grupo de presión o lobby. La “razón” de lo políticamente correcto, frente a la razón científica (también filosófica o religiosa, pero ahora hablo del ámbito científico). A mi particularmente me parece perjudicial y peligrosísimo.

O sea, ya no se trata de que un preconcepto filosófico o religioso obstaculice la investigación científica sino que el freno viene ahora de la mano de grupos de presión (no importa que su ignorancia sea pareja con su poder de convocatoria) que impiden que los científicos se mojen y que los persuade para que se inhiban ante los conflictos sociales. Da igual que ciertos proyectos de investigación apunten en una dirección o en otra, lo importante es la rosa… Si antes la verdad era revelada y por tanto impuesta, ahora es suplantada por una componenda social, ergo impuesta también, pero esta vez por el ruido y el furor de la algarada social.

A este fenómeno le llamo yo el síndrome de marabunta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Otra vez tengo que darle la razón. Los lobbys son los que mandan ahora mismo en la sociedad, aquellos grupos que pueden hacerle pupa a un gobierno tienen mucho poder. Y da lo mismo que defiendan valores asumibles y deseables que erratas de la naturaleza: los políticos sólo ven votos.

Una desgracia de la democracia.