Primero fue la lengua que prodigó los nombres a pertrechos de infancia;
luego llegaron números, fábulas y saberes, calculada añoranza.
Bajo toda esa mole, sobre toda experiencia,
surgió la voz genuina, sonó palabra mágica
como una exhalación, un ¡hágase! solemne:
matalambú.
Y esa fue su cosecha, su contribución a la vida, y su misterio.
luego llegaron números, fábulas y saberes, calculada añoranza.
Bajo toda esa mole, sobre toda experiencia,
surgió la voz genuina, sonó palabra mágica
como una exhalación, un ¡hágase! solemne:
matalambú.
Y esa fue su cosecha, su contribución a la vida, y su misterio.
4 comentarios:
Las palabras tienen magia. Claro que sí.
Beso.
En el principio era la palabra...
Pues fijaros que yo no sabría decir que fue antes. De hecho creo que algunas palabras llevan implícito ese poder mágico.
¡Y para muestra un botón!
Me gusta mucho su isla, Prometeo.
Muchas gracias, Anónimo. Mi isla es ya un archipiélago y se llena de visitantes que la hacen más acogedora.
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