01 enero 2006

No sabe el tiempo que los hombres lo cuentan...


Año nuevo. ¡Feliz año! Es bonito desear a todo el mundo felicidad para el año que empieza. No estaría mal desearles también felicidad a nuestros otros compañeros de viaje, el resto de seres vivos que pueblan la tierra. Empezamos bien, pues. También es tiempo de comentarios menores sobre el tiempo y la fortuna que nos deparará el añito recién estrenado. Inicio suave.

El viento y el tiempo. Maneras paradójicas de contar las cosas. Usted va por la calle paseando (bonito día para pasear y observar el caminar perezoso de las nubes), y se encuentra con su amigo Andrés. El amigo, chistoso a pesar de la resaca, le dice: me juego contigo todo el dinero que lleves en el bolsillo a que hoy llueve. ¿Cuánto dinero tienes? –pregunta, juguetón. Usted revisa su cartera dispuesto a aceptar el reto: tengo 65 euros, ni uno más. ¡Hecho!

Un poco más adelante coincide con su vecino Carlos que otea, cansino, el horizonte de caras para saludar a los madrugadores; lo ve a usted y le espeta curioso: ¡un año más! ¿Cuántos años tienes ya, vecino? Tengo cuarenta años, Carlos. Un número redondo. La crisis de los cuarenta y esas leyendas que entretienen a la gente.

En uno y otro caso ha contado usted las cosas de una manera muy diferente. En el primer supuesto tiene usted 65 euros, justo lo que le queda después del gasto de la noche anterior. En el segundo ejemplo cuenta usted los años que ha gastado, no los que le quedan. A nadie se le ocurriría considerar como dinero en el bolsillo el que gastó hasta la fecha. Sin embargo sí hacemos eso con los años vividos.

La edad: tengo cuarenta y cinco años, decimos. No; eso es lo que has vivido. No sabes lo que tienes, es decir, ignoras los años de que podrás disponer todavía. El lenguaje y sus convenciones.

La muerte es la mejor consejera, don Juan dixit.

No sabe el tiempo que los hombres lo cuentan, en verso feliz cantado por Amancio Prada. Es una buena idea empezar el año escuchando canciones de Amancio Prada. En este momento escucho el cántico espiritual.

Mi Amado, las montañas,
los valles solitarios nemorosos,
las ínsulas extrañas,
los ríos sonorosos,
el silbo de los aires amorosos,
La noche sosegada
en par de los levantes de la aurora,
la música callada,
la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora…


¡FELIZ AÑO!