31 octubre 2008

Cara y cruz




Los jóvenes la ignoran; otras veces la citan, coquetean con ella que les observa paciente y circunspecta.

Los mayores la temen, la respetan; juegan a negociar una rebaja, una demora…

Los ancianos conversan con ella cada mañana y cada tarde.

Cara y cruz; vida y muerte.

La muerte es la única consejera sabia que tenemos. Cada vez que sientas que todo te está saliendo mal y que estás a punto de ser aniquilado, vuélvete a hacia tu muerte y pregúntale si es cierto. Tu muerte te dirá que te equivocas; que nada importa en realidad más que su toque. Tu muerte te dirá: "todavía no te he tocado". Carlos Castaneda

29 octubre 2008

Noviembre en verso




Se disfraza de lluvias, presuroso, noviembre
con su túnica blanca de guata adormecida
y la justicia ciega de hoja de guadaña.
La hojarasca de otoño avanza diligente
entre arbustos desnudos y caminos vacíos
cubriendo con su manto las aguas del arroyo
que susurran melosas sus jácaras ardientes.

Llegó trapaz noviembre sin anunciar su arribo
y retozan feraces las nieves en los copos.
¿Dónde paró el verano y los sus oropeles?
Migrarán los vencejos y las cigüeñas blancas,
a otros cielos más limpios en tierras de carbón,
mientras de entre las piedras brotarán salamandras.
y anidarán los pechos suplicante perdón.

Que venga ya noviembre que los enamorados
esperan otra excusa para darse calor,
no digan que el otoño no les fue compasivo
mientras ellos tensaban con dulzura el amor.

26 octubre 2008

Por encargo I



Tantas veces había oído hablar sobre el vértigo del escritor ante la hoja en blanco que se inquietó porque hoy era él quien pasaba por ese trance. Juan Madrid, escritor por encargo, arrojó como al acaso en el bombo de su cerebro tres palabras extraídas al azar y esperó con paciencia el resultado. ¿Cómo es que para motivar una buena historia uno tiene que recurrir a semejantes triquiñuelas? –pensó. ¿Será que todo está en la mente y sólo hay que espolearlo?

En esas cavilaciones se entretenía cuando sonó, largo y molesto, el timbre de la casa. Comprobó por la mirilla que se trataba de un desconocido. ¡Qué disparatadas disquisiciones no fluyen, en los instantes previos a abrir la puerta, de la cabeza de quien recibe una visita inesperada!

- Buenos días, ¿está el señor de la casa? _preguntó amable el desconocido.
- El señor de la casa la abandonó hace ya muchos años. Hoy la casa está, por lo tanto, sin señor; como un perrillo sin amo o como una oveja sin pastor. ¿Y usted quién es y qué desea? respondió Juan, el escritor de encargo.
- Bueno, replicó el visitante, la verdad es que no sé si debo hablar con extraños.
- Para mí que el extraño es usted, arguyó el que estaba dentro de la casa.
- Ya ve que eso depende del punto de vista: yo soy un extraño para usted mientras que usted es el extraño en esta amplia, acogedora y señorial mansión por cuanto me ha confesado que no es el genuino señor de la casa, se explayó el visitante
- Oiga, oiga, no se haga líos. ¿Usted a quién busca?, preguntó Juan algo nervioso.
- Verá, dijo el enigmático visitante con una media sonrisa conciliadora, disculpe si le he puesto algo nervioso. No pretendo molestarle a usted que por lo demás ignoro de quién se trata. Permítame que me presente: mi nombre es Ricardo Santamaría y si es tan amable y me deja entrar en la casa le explicaré el motivo de mi presencia aquí.
- Bien; adelante, pase; pero por favor sea breve porque espero una visita, agregó el que estaba dentro.
- Muchas gracias, dijo el visitante mientras se desprendía del abrigo. Permítame hacerle una pregunta delicada, continuó. ¿De qué visita se trata? No me tome por osado ni por descortés; simplemente pretendo decirle..., titubeó, ¿qué le hace suponer que la persona a la que usted espera no sea yo mismo? ¿De quién se trata, si no es mucho preguntar?¿Tal vez su novia? ¿Un amigo? ¿Alguien a quien debe dinero?
- No creo que eso le incumba a usted que, por otra parte, tampoco yo sé de quién se trata, contestó molesto Juan.
- ¿Qué pensaría si le dijera que tal vez su vida dependa de la respuesta que usted pueda darle a mi pregunta? lanzó enigmático el visitante del abrigo.
- Juan comenzó a sudar. Con inquietud creciente se aplicó a mover objetos de un lado a otro de manara caótica como una forma de sofocar su nerviosismo. Por último balbució unas cuantas frases referidas a lugares comunes como el inicio de la temporada de lluvias y la turbidez de la noche. Estaba claro que pretendía ganar tiempo mientras ponía orden en las revueltas ideas de su mente.

El visitante, por el contrario, parecía ahora más seguro y se explayaba con un alarde sobre las predicciones meteorológicas para la próxima semana.
De pronto, el extraño encaró a Juan con ánimo de sacarlo de su laberitno y le dijo resuelto:

Le confesaré un secreto: después de ver los utensilios que emplea para su oficio, los libros dispuestos en los anaqueles y los apuntes y borradores sobre las mesas tengo la intuición de que usted y yo utilizamos el mismo sistema de trabajo. Ninguno de los dos mueve un dedo sin un encargo previo…

(Continúa en II)

25 octubre 2008

In memoriam



En el trasiego cotidiano de un hospital puede una paciente debatirse con la muerte de un infarto mientras le practican una operación de lo más sencilla y exenta de peligro.

Cables, pantallas y máquinas que controlan casi todo de casi nada. La especialización al poder y el muerto al hoyo.

21 octubre 2008

El abismo del tiempo



El carpe diem es una tentativa para evitar caer en el abismo del tiempo en el que todos nos precipitamos varias veces cada día. Como un boliche en la bolera vamos para un lado o para el otro. El tiempo, (como la mente), nunca está quieto. Parece quieto pero en un tris, rueda que rueda, tumbo que tumba, es pasado y se entretiene en perfilar muescas en el futuro. Da igual que la felicidad ponga alas al tiempo o que la desdicha lo llene de plomo. El presente es una mixtura urdida entre la reflexión sobre lo que fue y los proyectos que llegarán a ser.


El pasado como maestro o el futuro como posibilidad dejan al presente el papel de partero, o sea el que ayuda a alumbrar, inútilmente a veces, un rumbo nuevo para una vida en permanente tensión. ¿Qué es el presente, entonces? El presente pone en crisis toda enmienda y todo deseo. O es un simple dejarse ir que se pagará muy caro. ¿En qué momento sucederá eso? En cualquier instante en que se abra la brecha en el abismo del futuro.

20 octubre 2008

El último poema




El último poema
se ha de escribir con lágrima y con sangre;
se imprimirá sobre la losa de un sepulcro,
sobre la puerta de cada mundo,
y no será el poeta quien lo labre,
y no será el poeta quien lo empuje
que aquí no vive nadie.

¿Quién moverá ese verso?
¿Quién lo venteará desde una calle a otra calle?
Y es nadie.
¿Quién lo encerrará en su cráneo
que no le duela y lo abrase?
¿Quién lo vomitará de su boca?
Y es nadie,
que aquí no vive nadie.

El último poema
será un negruzco y violento vómito de sangre,
y no podrá ser bostezo
de blanca mano y suave,
que no habrá boca que grite
ni cabeza que lo amase,
que aquí no vive nadie.

El último poema
será un lamento grave de mortífera voz:
¡aquí no vive nadie?


Nota: se trata de uno de los primeros poemas prometeicos y data de hace unos 25 años.

19 octubre 2008

A-Foros II



Y prosiguió Bagatelas con la narración de los hechos:
Así fue, amigos, tras una vida de penurias por esos mares de Dios y después de arribar a todos los puertos y romper mil corazones; tras hollar una a una todas las rutas marítimas; después de décadas de fechorías he decidido... (tomó un trago de vino jumillano); he decidido... hacerme monje y retirarme al desierto. A falta de lugar más apropiado he elegido para mi retiro el desierto de Almería. Y quiero que ustedes vosotros sean los primeros en conocer tan importante noticia que marcará un antes y un después en mi vida. Como con cuchillo afilado de carnicero sajo en dos mi vida: una queda sepultada en el pasado y la otra empieza a dar sus primeros pasos. Y con un golpe certero y seco clavó con fuerza una navaja albaceteña en la madera de la mesa que crujió dolorida por el impacto.

Sonrisas cómplices brotaron de las caras de asombro y de sorpresa que pintaron el salón de alegres y coloridos acentos.

Pero aquí no queda la cosa; no. –prosiguió Bagatelas sin darse respiro- El asunto tiene estrambote. Después de ímprobas gestiones al más alto nivel he conseguido, (acérquense que de esto tengo prohibido hablar)… he conseguido que pronuncie los votos de novicio mi amado presidente José Luis Rodríguez, que deja el Gobierno a Sonsoles y a las niñas para retirarse él también al desierto a purgar sus muchos pecados junto a mi.

Un silencio impostado se adueño de El Corral de José Luis. La calima se disolvió en aplausos que terminaron por enternecer al novicio, Bagatelas, que a estas alturas y y a entregado reveló que su nuevo nombre sería fray plexiglás del eco sagrado, por su afición a las ventosidades. Y el de su amado presidente: fray simplicísima sonrisa (por razones obvias).

Los platos quedaron despejados y las copas yacían sin vida entre manteles sucios. Un murmullo recorrió el gentío como sunami: ¡Es él! Efectivamente, una sombra ágil avanzaba desde la puerta hasta el salón. Era Sarjoes, el amigo del alma de Bagatelas que también había decidido unirse al grupo para pasar sus últimos días en tan plácido y recoleto lugar, en las montañas de arena donde las tentaciones no encuentran asiento y el alma corre veloz al encuentro de su señor, entre bálsamos vaporosos, palabras que acarician los entresijos del espíritu, susurros angelicales, ecos misteriosos y visiones de otro mundo…


***

¿Quién se hace cargo de la cuenta? -preguntó una voz desde el fondo de la barra…

Por ahí anda Martes, contestó Mar-y juano pero dice que no lleva suelto.

No pasa nada, es amigo de la casa...

(Irys sonreía desde el umbral).

En recuerdo al foro Notetrago.com y a los foreros que lo hicimos (im) posible.

18 octubre 2008

A-Foros I



Empezó a desgranar cansinamente la historia de su vida en un foro que había descubierto como al acaso. Desde el principio levantó una gran expectación potenciada, sin duda, por el anonimato, el morbo virtual y unos hechos que rezumaban verosimilitud por los cuatro costados. El asunto fue subiendo de temperatura y la atención de los cientos de participantes, islas en un mar de nicknames, cabía en un puño. El de él.

Bagatelas se sentía como un héroe el día de la imposición de medallas. Su relato era tan agoniosamente triste que sacaba de quicio a Crecidita, media lengua. Mekachis, por el contrario, comprendía al protagonista, imbuida como estaba de una santa paciencia oriental…

Lo cierto es que Bagatelas levantó pasiones, hizo reír de emoción a los más cenizos del ciberespacio, provocó llantos en ojos vagos que salpicaron de lágrimas las pantallas de unos ordenadores que temblaron durante semanas.

¿Qué historia era esa? Hablaba de orfandades, zancadillas, cuestas arriba… y el desenlace, por chusco entre miserias, era para no olvidar.

Un buen día, ante el cariz que tomaban los acontecimientos, Thor-mentas quiso zanjar el asunto de una kedada y convocó a dos docenas de personas a sentarse frente a unas botellas de vino de Jumilla para regar una parrillada de verduras y mariscos en el restaurante murciano El Corral de José Luis.

Una cigala que había reaccionado tarde parecía querer escapar del plato de Thor que presidía la mesa junto con el otro anfitrión Leuwen. Mar-y-juano, paredro de Faemino (y Cansado), dormitaba ausente, con ese aire de simpático que está para llegar, mientras hacía comentarios jocosos sobre la huerta murciana y el periodo de las lascas… También estaba Antipotros venida allende la frontera y un poco más lejos, Tutifortunati que miraba con un punto de lúbrico desdén.

Se escanciaron las primeras botellas de buen vino y antes de que los efluvios hicieran mella en los comensales, nuestro protagonista Bagatelas tomó la palabra:

-Estamos aquí, comenzó grave, para aclarar de una vez por todas cómo concluye mi historia porque su desenlace es tan inesperado e increíble que no podía contarlo en el foro.

Jmk, suspiró profundo; sujetó del brazo a Aguerrido que daba muestras de impacientarse y ambos a dos esperaron con interés el desenlace de la historia triste de Bagatelas.

-En primer lugar, -prosiguió Bagatelas-, quiero dar las gracias a quienes han hecho posible este evento, tan impensable hace sólo unos días y que tanto me llena de satisfacción hoy. Tengo delante a personas a quienes nunca pensé mirar a la cara y hoy lo hago complacido.
Muchas gracias.

Continúa y termina en A-Foros II

En recuerdo al foro Notetrago.com y a los foreros que lo hicimos (im) posible.

16 octubre 2008

¿La fórmula del alma?


A) El reino de la razón: especulaciones, análisis, hipótesis, tesis, antítesis, síntesis, … datos. Un mundo fascinante, lleno de posibilidades y algunos aciertos útiles para el desarrollo humano. El hombre no es más que una caña, pero una caña que piensa. (Pascal). El tic-tac del reloj.

B) La casa del corazón: cordialidad (cor, cordis = corazón), comprensión, empatía, apoyo, sinergia, valores, sensibilidad, la palabra solidaridad podría ser la síntesis de todo. El corazón tiene razones que la razón no entiende (Pascal). La pila que alimenta el reloj.

C) La isla de lo oscuro-instintivo. El cuco que aparece inagotable e inconsciente a anunciarnos la hora.

¿La fórmula del alma = A + B + C?

Todo está en juego en la literatura (y en la vida). Todo sirve con tal de que arda (León Felipe Camino).

13 octubre 2008

Octubre



Te veo ahí, junto al cristal, -besos de mariposa-; también el viento ulula en mi ventana entre rumias de amores y nostalgias, de besos de escayola, mientras las tormentas primerizas de octubre derraman por las calles el preciado néctar de las nubes que pasan.

Tú me imaginas entre brumas, en las noches de insomnio y de pereza. Crees adivinarme debajo de esa gabardina donde un abatido anónimo se guarece del otoño que acecha; o también me presientes en la silueta furtiva camino del café donde juntos le robaríamos horas al tiempo.

Y te sorprendes nerviosa de que el mundo gire sin tejer mi recuerdo en tu almohada, sin haber llorado una sola lágrima con mis puñales ojos, o reído una sola risa con mis labios de seda y de jazmín.

Cuidado; porque amor vierte el mismo perfume en diferentes frascos, juega con cartas marcadas, se exhibe con alevosía y planificación y es capaz de derretir el hierro, sedimentar la nieve, romper los cánones y también, al desgarro, sajar los corazones hasta que no fluya ni una sola gota del púrpura licor.

Amor, cuando no es limpio y claro como el alma, entra suave y huye turbio como la fiebre del agónico; llega cual trino de jilguero y se marcha como quejido torvo de grajo.

Amor lo es todo, amor; amor no es nada, Amor.

12 octubre 2008

Para Elisa y III




Transcurrieron aproximadamente tres horas y mi sorpresa fue grande al escuchar una voz fuerte que decía: No vuelvas a hacerlo. Y entonces vi pasar frente a la boca de un nicho, envueltas en una nube, tablillas con números romanos que cruzaban y desaparecían con la siguiente inscripción: el Señor te salva la vida. Observé otras cosas que ahora no te describo para que no pienses que estoy loco, pero lo que te cuento es la pura verdad. Yo esperaba morir y me quedé dormido. Cuando abrí los ojos eran las seis de la tarde del lunes.

Lo primero que recuerdo al despertar es una sed muy fuerte. Reparo en la botella de veneno y entonces me acuerdo de todo. Busco con la mirada pero ni en el suelo ni en mi ropa había restos de nada. De un salto bajé del nicho y después salí del cementerio. Fui a buscar agua a un aljibe que hay en medio de la huerta y reflexionaba sobre lo ocurrido. Me sentía ligero. Decidí que debía hacer algo.

La huerta se apaga bajo el manto de la noche. Más sereno miro el cielo cuajado de estrellas mientras nubes bajas se acercan poco a poco mecidas por el viento hasta cubrirlo todo. Ahora la estrella está ahí pero yo no la puedo ver.

Al abrirse las primeras luces de mi vida, hace ya tantos años, mi madre me envió a conquistar el mundo, pero cuando regresé una tarde a casa ella ya se había ido. Busqué y busqué.... Ahora sé que en lo más sencillo y cotidiano se esconde lo importante.

No pienses que me creo el bueno de esta película y que estoy cargado de razón, yo sólo quiero lo que es mío. El corazón siempre nos pierde cuando vamos con él por delante pero a cambio se ensancha el alma. En este tiempo he aprendido con dolor.

Y también sé que a veces hay más violencia en una palabra que en una escopeta; en un desprecio que en un puñetazo. Y cuando a uno se le pone en lo alto de un precipicio, su reacción sólo la conoce el viento. Yo nunca me he metido con nadie. Lo hice mal, lo sé.

He pensado mucho en despedirme de vosotros personalmente y así lo haré antes de entregarme. No me importa andar muchos kilómetros de noche y luego volver antes de despuntar el día.

Espero que Juani cogiera el dinero que le dejé en la mesita, yo no me iba a ir sin pagarle, en cuanto a todas las herramientas mías podéis disponer de ellas pues no creo que las necesite.

Os mando un beso muy fuerte para todos. Nunca os olvidaré.

Vuestro amigo, Paco.

11 octubre 2008

Para Elisa II



Avancé así durante varias jornadas. El agua del mar me fue bien para la pierna de la que saqué once plomos; primero me escoció, pero luego me sanaba. Por el día deambulaba entre pinos, al acecho de la huerta, comiendo lo que allí había; por la noche debajo de un árbol arropado por unos plásticos fríos. Una mañana varios cazadores descubrieron mi escondite y desbarataron lo poco que tenía. Me marché a otro lugar más inhóspito aún y subsistí siguiendo la rueda de los días como una hoja a merced del viento. Empecé por no poder dormir bien. Tenía pesadillas como cuando soñé que perdía la llave de la casa y Elisa se reía de mí mientras yo las buscaba por todas partes; o como aquella vez en que cantábamos nuestra canción favorita y ella olvidó la letra. Y una noche, harto ya de verme desolado como una noria sin chiquillos, pensé poner término a mi vida.

Fui a una tienda y compré el veneno más potente que tenían. Con él en el bolsillo estaba más tranquilo. No fallaré, pensaba. Tardé tres días en elegir el lugar adecuado para realizar mi plan. Y, tras muchas vacilaciones, decidí escapar a mi pueblo, pues ¿qué sitio mejor para morir sino cerca de mi madre a la que tanto quiero?

Con paso sereno me encaminé al cementerio y, una vez allí, salté la tapia. Eran las diez de la noche del viernes. Los últimos destellos de los arreboles conferían al camposanto unos perfiles tenebrosos pero no sentía ningún miedo porque, después de lo pasado, comprendí que hay cosas ante las cuales la muerte no es sino un mal pequeño y es peor esa otra muerte de todos los días, la pérdida de la esperanza, el robo de lo que nos pertenece.

Tras un momento de vacilación, ayudado por una escalera, subí hasta el nicho vacío que hay junto al de mi madre. Saqué la botella del veneno. Aún siento el galope del corazón en mi pecho. Coloqué dos almanaques con las imágenes de la virgen a un lado, y el Señor, al otro.

Me duele el titilar de las estrellas en el cielo. ¿Qué sentiré ahora? Recuerdo aquella mañana en que, dormido todavía, me picó en el tobillo un escorpión y me dio fiebre, y ahora ¿cómo será? Entonces cogí una cuchilla de afeitar para sacarme el veneno. ¿Quién me sacará este veneno? Acudí a la fuente del pueblo pero no tenía agua. O aquél otro día en que al levantar una madera carcomida me encontré con una culebra como mi muñeca y lo dejé todo y me fui de allí.

Señor, ¿qué voy a hacer? Mis manos tiemblan, el tapón cede; sin pensarlo bebo casi medio litro. Después el vértigo: la botella salta por los aires, los dientes tabletean sin control y empieza a salir espuma por la boca; después un violento vómito y luego me sobrevino una diarrea.

Me pregunto cuándo voy a perder el conocimiento. Sudo, toso, tirito, me retuerzo. - Adiós, Concha; adiós Andrés, -me oigo decir. Madre, pronto estaré contigo, ya no me hará falta el papel que llevo en el bolsillo con una nota escrita de mi puño, que yo quiero que me entierren con mi madre. Todo va a ser muy rápido, me han asegurado que no falla. La lengua se me traba, babeo, se sale de la boca; no puedo soportar más ese sabor y las arcadas, mientras mis pensamientos se precipitan como las secuencias de una película en cámara rápida. El corazón me da unos latigazos muy fuertes. Quiero poner la mano sobre él pero es inútil intentar llegar, inútil moverla tan siquiera unos centímetros. Ahora muero; esto va a estallar. Madre, pronto estaré contigo. Me ahogo. El torbellino de sentir que esto se acaba ... me veo en el otro lado... todo se disuelve ya...


Continúa hacia III (fin)

Para Elisa I





¿No has sentido alguna vez
el galopar de unos caballos
en el pecho?
¿Qué extraño poderío
levantó su aparición?
Amancio Prada. Emboscados


Hola Andrés:

Te escribo esta carta para que sepas que no he muerto. Pido perdón por la letra pero casi no puedo, me tiembla mucho el pulso. Antes de nada: yo no quise en ningún momento matarla. Quizá no supe contenerme yo que soy una persona pacífica. ¿Cómo he llegado hasta aquí?

Cada día la claridad de la mañana se abre paso entre las brumas de la noche y me sorprende en un remolino de recuerdos que arrastraré como un fardo pesado. Once meses escondido es mucho tiempo. Los últimos años de mi vida me he sentido como una peonza: cuanto más reflexionaba sobre lo ocurrido con Elisa más se me escapaba todo de las manos y cuando intento prescindir de ella entonces me aparece por todas partes, bien sea en el comentario inocente o malintencionado de un amigo, o en un pensamiento pertinaz.

Lo que me viene con insistencia a la memoria es lo ocurrido en el cementerio, pero no quiero adelantar acontecimientos y debo seguir un orden en este desordenado relato de los hechos para que tú me entiendas porque quiero contarlo todo.

Qué difícil es la vida cuando uno está escondido porque detrás del que se esconde aparece la incomprensión más miserable si bien hay mucha gente que me quiere y me comprende. A menudo, en este ambiente sórdido en el que vivo, me ronda, como una mosca, la idea de que la prisión a la que si Dios no lo remedia iré a parar no es peor que la vida fuera de ella. Y es que no existe aire más irrespirable que la mezquindad y me he dado cuenta que el amor y el odio son como los dos cabos de una cuerda, a veces tiras del amor y te encuentras frente al odio.

Mañana me entregaré. Después de tantos días de penalidades y tristeza lo tengo decidido y ya no puedo esperar más.

La noche en que le disparé la tuve a dos metros, pero apenas la rocé. Yo sólo quería asustarla. Después se precipitó todo. El padre de Elisa apareció por la esquina y yo salí corriendo.

- ¿Eres tú, Paco?- Aún resuena el eco de dos disparos imponiéndose al silencio de la noche.
¡Maldita sea!
- ¿Eres tú, Paco?- De mi pierna brota presurosa la sangre. Noto el suelo duro al tropezar con él y volteo varias veces cobijado por las sombras. ¿Por qué no me habrá tirado a la cabeza?, yo se lo habría agradecido...
- ¿Paco, eres tú?

Cruzo la carretera y me diluyo entre las dunas. Con una soga freno la hemorragia de la pierna. A partir de ese momento necesito de un palo para andar. A lo lejos, roto el silencio, la noche se mueve inquieta como el lamento de un perro herido. ¿Eres tú, Paco? como un eco lejano. ¿Eres tú, Elisa? como cambia el paisaje cuando los almendros pierden la flor. Eres tú la que te ríes y menosprecias. ¿Eres tú, Elisa?




Continuará (II y III)

06 octubre 2008

Del género homo




Veamos:
revisemos otra vez el inventario.

Venga, Javier, ¿qué decías?
Decía que he descubierto un gran invento.
¿No será que has inventado un gran descubrimiento?
¡Ja!
Clase, subclase, género, subgénero, especie, ...
Homo sapiens ¿sapiens?
¡eh, eh!

He encontrado una especie nueva.
Eso está mejor…
¿Completaremos alguna vez el Gran Inventario?
Tenemos especialistas que saben casi todo de casi nada…

Bueno, bueno, paciencia.
El sistema es deficiente
pero vamos hacia un nuevo paradigma.
Y que lo digas.
Homo sapiens tremens…

05 octubre 2008

Teoría de conjuntos



Fue una fiebre que reformuló las matemáticas de la mano de la lógica con traspiés incluido en la llamada paradoja del barbero de Bertrand Russel que, en versión libre, dice así:

El único barbero de un pueblo fue conminado a rotular en su establecimiento un cartel con este mensaje: sólo afeitaré a aquellos que no se afeiten a sí mismos. ¿Quién afeitará al barbero? se preguntaban los lugareños.

Porque si el barbero cumple con su palabra y no se afeita entonces pertenecerá al conjunto de quienes no se afeitan a sí mismos y, por lo tanto, podría afeitarse; pero en caso de hacerlo pasaría a formar parte del conjunto de quienes se afeitan a sí mismos y por lo tanto no podrá afeitarse. Un bucle sin fin, una paradoja que colisiona con la lógica y pone de los nervios al más templado. Pero yo no discuto la teoría de conjuntos, esa herramienta útil en tantos campos.

¿Es la vida una continua paradoja? ¿Qué pasa con el oficio de escritor? El que escribe manipula también parcelas de la realidad. Un poema o una música, por ejemplo, se configuran a través de un conjunto de hechos, sentimientos, sonidos en constante articulación entre la simetría y la asimetría (variación que también genera belleza), etc., que el poeta o el músico percibe y plasma en un papel o en otro medio. Cada afirmación provoca la rebeldía del resto de las palabras. Y del lector.

Ocurre con frecuencia que al afirmar algo parece que negamos muchas otras cosas aledañas. Pero no siempre es así. ¿Habrá que escribir un ensayo, declaración de principios, manual de estilo o catálogo de afirmaciones a la luz del cual se ha de interpretar todo lo que se diga con posterioridad de manera tal que matice cada afirmación que hacemos? Las objeciones provienen en gran parte de esta paradoja. Hablar (escribir) debería de partir de un consenso según el cual no se pueda hacer imputaciones al que escribe o habla sobre la base de suposiciones o prejuicios referentes a todo lo no expresado, sino sólo sobre la consideración de lo que explicita en cada caso. Por poner un ejemplo suave: si afirmo que estoy en contra de las corridas de toros (sólo de esas) no se puede deducir de tal afirmación que estoy a favor de la desaparición del toro bravo o que estoy de acuerdo con los procedimientos utilizados en los mataderos para poner fin a la vida de las reses, y entrar todo seguido en un bucle de descalificaciones espurias. El debate así se hace imposible. ¿Es también imposible la escritura mediante el expeditivo artilugio del sofisma? ¿Estamos ante una de las dificultades (handicap o más aún, aporía) de la comunicación humana?

04 octubre 2008

Ganges II




Decepcionado tomó Cristobal el camino de regreso a Alicante ante el estupor de sus compañeros de correrías.

- No vayas, Pedro -repetía a sus amigos-, no vayas a la India, sólo encontrarás miseria
- No vayas, Ángel, las carreteras son un asco, los hoteles dan pena, y la comida... No vayas.

Después de tres semanas desde su frustrada aventura del viaje a India, Cristobal, como cada mañana, disimula su aburrimiento ante el espejo, pero hoy la imagen que contempla no le gusta.

Y, de pronto ve desfilar ante sí, como una sombra tenue, silenciosa, fantasmal, un hilo interminable de imágenes, objetos variopintos arrastrados por las turbias aguas del Ganges a su paso por la ciudad santa de Benarés.

Cerca del gran río oyó decir a un sabio: el imperio de los sentidos te llevará por el camino de la serpiente. Pero hay una vía real que conduce a la liberación: la acción correcta, la devoción y la sabiduría.

La evocación de lo consejos del sabio, como hilo de Ariadna, le devolvieron a la realidad desde su confusión. Y, de pronto, se sintió como la higuera bíblica, sin fruto a pesar de las hojas.

Y Cristobal lloró con amargura y comparó su vida con el traqueteo frenético del tren cruzando el valle en su búsqueda compulsiva de algo impreciso allá a lo lejos. Del fondo de sus ojos nació un llanto amargo que se desplazó hasta el centro del pecho. Se dejó llenar por el horizonte arrebolado y a través de sus lágrimas contempló el arco iris de colores puros y una zozobra de niño, lo inundó. Las lágrimas anegaron sus ojos y resbalaron hasta la comisura de sus labios. Y se vació en esa lágrima pequeña como agua que resbala por las alcantarillas.

En un relámpago creyó vislumbrar cómo el gran río arrastraba todas las miserias, todas las angustias, toda la pobreza de la India al igual que ahora sentía que lavaba su propia desventura.

Y emprendió Cristobal un recorrido por los vericuetos de su alma, por los territorios nunca explorados de su misma entraña; transitó por rutas desconocidas en el espacio infinito de su dicha reencontrada.

Su garganta, liberado el nudo, aprendió a articular palabras nuevas; de su ombligo brotó una comezón que le llegó hasta el pecho y una placidez sutil se instaló en su mente. Encontró registros olvidados de su niñez: el aire fresco rozando su cara, la lágrima que resbala de su rostro aterido, la sonrisa grácil de la vida en contacto directo con su corazón... Y se dio cuenta de que por dentro siempre había sido joven y que ahora vivía su vida en directo.

Por una senda estrecha accedió, vereda arriba, a una encrucijada de caminos. Enfiló por la avenida norte. Cruzó sin detenerse rumbo a su destino. Sonrió en la certeza de que aquello que ahora sentía no tendría fin.



01 octubre 2008

Ganges I


"La vida de cada hombre es un camino hacia sí mismo, el ensayo de un camino, el boceto de un sendero". Herman Hesse


Cristobal era un aventurero superlativo. Todo lo que se le echaba a la cara quería viajarlo y no concebía la vida sin dos largos viajes al trimestre, amén de un par de escapadas cada mes para ir tirando.

Siempre tenía Cristobal un crucero en su mente y día a día el rostro se le surcaba de arrugas por no saber qué ruta tomar ante las posibilidades que se le presentaban como celada para satisfacer su inquebrantable sed de turista empedernido.

Lo malo es que Cristobal no disfrutaba de sus viajes y cuando, sentado en su sillón, examinaba las decenas de películas como pilas en los estantes o las mostraba a sus incontables amigos, trotamundos como él, tenía que hacer un esfuerzo titánico para recordar lo que había sentido al visitar ese monumento o al contemplar aquella otra pintura.

Todo lo veía Cristobal a través de su cámara y nada que no hubiera pasado por ella podía él recuperar de su memoria. De tal modo ocurrían las cosas en su mente que cuando alguna vez fue testigo de un suceso imprevisto lo que él veía delante era el reportaje que aparecería al día siguiente en la televisión mientras sopesaba el ángulo perfecto para una buena toma.

Este era su sino y así discurría la vida de Cristobal, cuando un día su amigo Ignacio llegó con una buena noticia: la oferta más interesante del verano para viajar a la India.

- ¡La India! Un país gigantesco, exótico y lejano...

Años atrás, consciente de que la civilización occidental descansa sobre tres pilares básicos: Atenas, Roma y Jerusalén, inició su periplo por estas ciudades cargadas del polvo de la historia y a ellas acudió con el afán del converso.

En Grecia, quedó sorprendido con la Acrópolis, e incluso, vio un ave precipitarse desde el punto más elevado, cual Icaro, para estrellarse contra el suelo, pero pasó por alto que la fuerza del espíritu griego radica en el amor por la verdad y la búsqueda de la virtud.

Roma le recordó las cuadrigas de Ben-Hur y en el Coliseo creyó oír el Ave Cesar, morituri te salutant de los gladiadores en la arena, sin embargo, ignoró las catacumbas, escenario laberíntico de los primeros cristianos en la Ciudad Eterna.

Y en Tierra Santa huroneó las piedras y las mil rutas áridas del desierto holladas por caravanas y viajeros de toda laya, mas no advirtió el santuario estrellado, la inmensa bóveda celeste sobre su cabeza, testigo fiel de las andanzas del galileo.

Ahora se le presentaba la ocasión de ir al país del que tanto se hablaba: la India. No lo dudó ni una vez. No se lo pensó dos veces. Y en tres horas estaba todo preparado. Y partió.

¡Por fin la India milenaria ante sus ojos, como un turista más! Pero él sólo vio ardillas juguetonas en los jardines, encantadores de serpientes, carreteras ruinosas, descuidados hoteles, peor comida. Y vio él que todo eso era malo y lo capturó con su cámara y pasó el primer día y se arrepintió de haber pisado alguna vez aquél lugar.

Ante los templos indúes se arrodilló. Recordó sus otros viajes a Hispanoamérica donde contemplara los medallones, las columnas recubiertas por hojas y guirnaldas de estilo plateresco de tantas iglesias coloniales, y pensó que no eran sino reminiscencias del pasado para ser guardadas en la cámara oscura.

Cristobal miraba la realidad del mundo, a través del ojo de la cerradura, ya que no tenía la puerta de su alma abierta de par en par.

Y así, la verdad más profunda de la India, esa India de sabiduría imperecedera, quedaba para él, cual velo de Maya, perdida tras la cortina de humo que era su vida. Y pensó que siempre se había visto a sí mismo como un trashumante buscando nuevos pastizales.


(Continuará)