Parece que hay unanimidad en considerar la democracia como el mejor sistema político. Un invento muy antiguo que, sin embargo, lleva cosa de un siglo en proceso de generalización, tras la debacle de sus principales competidores: la teocracia y el totalitarismo y sus vertientes, una de la más importante, el comunismo. La democracia, triunfadora en esa contienda se enfrenta, no obstante, a peligros importantes.
El enemigo principal de la democracia que la hace tantas veces frágil lo encontramos dentro de ella misma. La democracia se sustenta en un cuerpo legal, pero si los gestores actúan con miedo a cumplir y hacer cumplir esas leyes, si son tibios, si hacen dejación de sus funciones, si por no meterse en líos prefieren que la inseguridad arraigue en la sociedad, si se dedican a poner palos en la rueda a las mismas leyes, su fortaleza se debilita cada día más y está condenada a ser el pim pam pum de la delincuencia organizada (nacionalista o no) y las mafias de todo tipo, incluso de los chiquilicuatres que hacen de la calle su campo de juego para aprender a ser… mafias organizadas o delincuentes francotiradores un mañana no tan lejano.
Se ha puesto de moda la expresión tolerancia cero. Pues bien, tolerancia cero con las mafias, con los grupos terroristas, con el vandalismo callejero, con la delincuencia organizada, con los ataques a la propiedad de la gente, llámese movimiento ocupa o chorlitos sin fronteras. Consideración a los derechos de los ciudadanos, educación para la responsabilidad, respeto a la libertad, abandono del relativismo social ramplón e inconsciente y aplicación de normas y responsabilidades para todos… Y manos que no tiemblen para hacerlas cumplir.
Demasiada tolerancia con los delincuentes y muchos tiquis miquis con los defensores del orden; demasiado cachondeo con las normas de funcionamiento de una sociedad y demasiada comprensión con los transgresores sociales que son considerados y tratados como héroes en demasiadas ocasiones. Leyes para todos. A la cárcel con quienes las conculquen, se trate de pepico o de lehendakarico. Casos tenedes…
En el pasado una organización social se defendía con la fuerza de las armas. Duraba lo que duraba su fortaleza y adiós. Hoy lo deseable es el imperio de la razón y de la ley. Pero todo eso hay que creérselo y aplicarlo con decisión y sin titubeos. Si las leyes garantes del funcionamiento del sistema democrático no se aplican, se conculcan en algunos casos, se edulcoran en otros por temor a desagradar a ciertos grupos, ¿cuánto durará el tinglado? Mal aspecto tiene el enfermo…
Es triste que la mediocridad, otro gran enemigo de la democracia, se haya instalado de tal modo en la sociedad que se tache de sospechoso y se mire con desdén al que destaca. La vulgaridad, la delincuencia, la chabacanería y la mediocridad ocupan un espacio destacado en los medios de comunicación. Si el medio era el mensaje, ¡qué cosa son los dueños de esos media?
Remedando el refrán: en demasiados ámbitos la zorra se ocupa del cuidado de las gallinas.
El enemigo principal de la democracia que la hace tantas veces frágil lo encontramos dentro de ella misma. La democracia se sustenta en un cuerpo legal, pero si los gestores actúan con miedo a cumplir y hacer cumplir esas leyes, si son tibios, si hacen dejación de sus funciones, si por no meterse en líos prefieren que la inseguridad arraigue en la sociedad, si se dedican a poner palos en la rueda a las mismas leyes, su fortaleza se debilita cada día más y está condenada a ser el pim pam pum de la delincuencia organizada (nacionalista o no) y las mafias de todo tipo, incluso de los chiquilicuatres que hacen de la calle su campo de juego para aprender a ser… mafias organizadas o delincuentes francotiradores un mañana no tan lejano.
Se ha puesto de moda la expresión tolerancia cero. Pues bien, tolerancia cero con las mafias, con los grupos terroristas, con el vandalismo callejero, con la delincuencia organizada, con los ataques a la propiedad de la gente, llámese movimiento ocupa o chorlitos sin fronteras. Consideración a los derechos de los ciudadanos, educación para la responsabilidad, respeto a la libertad, abandono del relativismo social ramplón e inconsciente y aplicación de normas y responsabilidades para todos… Y manos que no tiemblen para hacerlas cumplir.
Demasiada tolerancia con los delincuentes y muchos tiquis miquis con los defensores del orden; demasiado cachondeo con las normas de funcionamiento de una sociedad y demasiada comprensión con los transgresores sociales que son considerados y tratados como héroes en demasiadas ocasiones. Leyes para todos. A la cárcel con quienes las conculquen, se trate de pepico o de lehendakarico. Casos tenedes…
En el pasado una organización social se defendía con la fuerza de las armas. Duraba lo que duraba su fortaleza y adiós. Hoy lo deseable es el imperio de la razón y de la ley. Pero todo eso hay que creérselo y aplicarlo con decisión y sin titubeos. Si las leyes garantes del funcionamiento del sistema democrático no se aplican, se conculcan en algunos casos, se edulcoran en otros por temor a desagradar a ciertos grupos, ¿cuánto durará el tinglado? Mal aspecto tiene el enfermo…
Es triste que la mediocridad, otro gran enemigo de la democracia, se haya instalado de tal modo en la sociedad que se tache de sospechoso y se mire con desdén al que destaca. La vulgaridad, la delincuencia, la chabacanería y la mediocridad ocupan un espacio destacado en los medios de comunicación. Si el medio era el mensaje, ¡qué cosa son los dueños de esos media?
Remedando el refrán: en demasiados ámbitos la zorra se ocupa del cuidado de las gallinas.
Y así nos va.
2 comentarios:
¿Los medios de comunicación? si te refieres a la televisión yo la llamaría medio de lobotomización.
Saludos.
En general a los medios. Las facultades y escuelas de periodismo deberían autodisolverse en una inmolación bien ganada por haber dado vida al monstruo de Frankenstein. Existe periodismo de trinchera, ¿hay algo que sea independiente? Enfrentadas manifestaciones asoman la "jeta" todos los días por los minaretes mediáticos en una lucha a muerte sin tregua. No es la lengua sino la mentira su herramienta de trabajo. Los poderes precisan de predicadores para ocultar sus fechorías y desviar la atnción. ¿Dónde están los intelectuales? Agazapados tras de alguna cátedra, alguna subvención para realizar estudios sobre la pulga silvestre o se traen entre manos asuntos todavía más inconfesables.
Mientras tanto, llueve, detrás de los cristales llueve y llueve...
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