12 mayo 2009

La mirada infinita















La mirada infinita


Retorció el labio y se mordió la voz.

***
Llegó volando hasta la azotea de un edificio donde le sorprendió un ceñudo individuo: no me importa cómo hayas llegado hasta aquí, lo que quiero es que me devuelvas la pieza que me falta.

***
Primero se oyó el eco sordo; luego vino el grito roto del desesperado al saltar al vacío.

***
Cuando llegó abajo, el suelo reventó con un ruido brusco y el hombre todo quedó envuelto por las entrañas de la tierra.
***

15 comentarios:

Sandra Gutiérrez Alvez dijo...

el ejercicio de la muerte.

la mirada que anticipa el salto.

la experiencia de buscar el fin.

volvemos a lo que siempre hemos sido: materia y espíritu.

muy bueno, un beso

Taller Literario Kapasulino dijo...

Muy triste, pero muy bien narrado. Me gusto mucho!

Prometeo dijo...

Gracias Seda. Gracias Carla.

Besos

alba* dijo...

Buenos días.

Entre la imagen, que me hace visualizar en último párrafo y el tema en sí que ya me pone los pelos como escarpias, me voy con un mal sabor de boca señor náufrago.

No me gustó nada esta entrada, tenía que decírselo :·(
Espero sepa disculparme.

Besos volados

alba*

Leni dijo...

Es desgarradora la sensación de ese vacío.
El momento en que se presenta la muerte.
Y ese paso que te lleva a una huída sin retorno.
Mirada perdida en sí mismo.Hasta el punto de tirarte..uff
Tierra somos...
Triste final para cualquiera.

Beso

Prometeo dijo...

Le agradezco su comentario, alba*. Tal vez lo que ocurre es que concibe mi blog sólo como un diario que refleja siempre el pálpito del náufrago. No es así. A fuer de parecer pedante le diré que siempre me sorprendió escuchar de labios de un autor consagrado eso de que los personajes de su historia cobraban vida propia y de que no sabía muy bien cómo iba a terminar todo aquel relato que se llevaba entre manos. Le confesaré que es cierto eso de que uno propone y Dios dispone. Tienen razón los autores consagrados.

Traducido al asunto que nos ocupa le diré que quien se aventura en los vericuetos de la escritura no es el dueño de todo lo que escribe y cuando lee lo escrito tiene dos caminos o no publicarlo o borrarlo una vez publicado. Pero mi intuición me dice que a veces lo que uno emborrona, aunque no esté en el guión, hace reflexionar a otros y de rebote le devuelve al autor un pensamiento que le hace comprender el verdadero sentido de eso que salió de su magín sin estar, tal vez, muy de acuerdo. Por otra parte uno a veces escribe al derecho y otras al revés. Ya he comprobado que cuando escribo “al revés”, es decir, intentando poner de manifiesto por vía indirecta lo que no me gusta, siempre hay alguien que me dice que eso le desagrada. Coincidimos, pues.

No se preocupe: no hay nada que esté más lejos de mi psicología que la apología del suicidio.

Un abrazo y muchas gracias por hacerme reflexionar sobre lo que escribo.

Prometeo dijo...

Hola Leni:

Muchas gracias por su comentario y su visita.

Besos.

EvaonmyMind dijo...

Es de lo que más me ha gustado de todo lo que he leído (todavía me faltan cosas, no tengo mucho tiempo).
Auténtico, sencillo, cercano, impactante...
Me ha llegado y me ha transmitido la angustia de esa persona que lanza su última mirada infinita antes de sumergirse en el infinito espacio.

Un abrazo,

Elena

alba* dijo...

Buenos días.

Como compruebo que mi envío del comentario de ayer fue fallido, no me importa volver a ecribirlo.

Empezaba dándole las gracias por la deferencia en dedicarme esas palabras a las que quise y quiero responder.

Le contaré un secreto: a mí no todo lo que leo me transmite, de hecho muy poco lo consigue y me refiero en este momento al mundo bloguero, no se trata pues de que no me gustase su entrada, que no me gustó y me reitero, pero y para que me entienda se juntaron varias razones.

La primera que el tema del suicidio me toca algo dentro y me hace saltar cual resorte, siempre, desde muy niña y no recuerdo haber tenido que sufrir ni padecer una pérdida por ese motivo, sin embargo y por alguna razón me hiere, me angustia, me aflige.

Ayer lloré cuando le leí, no sé, veía la imagen, imaginé la mirada perdida del protagonista y se me puso un nudo en la garganta e intenté pensar que aquellos que llegan a ese punto de desesperacón y dan ese salto lo hacen quizás en busca de eso que usted llamó la pieza que les falta.

Con esto y no quiero extenderme más, trato de decirle que no sé como lo hace pero cada vez escribe usted mejor.

Besos desde la otra orilla.

alba*

Prometeo dijo...

Hola Elena. Muchas gracias por su visita y por su comentario tan generoso.

Besos

Prometeo dijo...

Muchas gracias alba* por su generosidad.

Como podrá comprobar el escrito del que hablamos lleva la etiqueta de "sueltos". Se trata, por lo tanto, de varias ideas sueltas. No es lo mismo pero los japoneses tienen algo parecido y lo llaman haikus. Por alguna extraña razón, todas esas ideas sueltas han terminado por confluir en una idea central que ha asumido todo el significado. Asi somos las personas que "redondeamos" la imagen para que sea más manejable.

Comprendo lo que usted dice y le agradezco la sinceridad.

Besos.

Isabel Barceló Chico dijo...

Estremecedor relato, muy conseguido. No sé que nos falta o qué le falta a cada hombre, además de las alas. A veces, la vida se presenta realmente dura... Un abrazo.

Annabel dijo...

Terrible y cerrado, al pobre no le das opción. ;)

Prometeo dijo...

Gracias Isabel, hola Annabel.

Silvia Giordano dijo...

Es la última desición del humano. Tomar para sí la huida al más allá.
Triste y bueno.
Saludos