La anécdota es de 1850 y bien merece ser reseñada. En la ciudad de Santiago de Chile y por sobre un pequeño cauce del río Mapocho un corregidor mandó construir una desproporcionada obra arquitectónica, el grandioso puente de Calicanto que contrastaba con el bajo cauce del Mapocho. Esto provocó en un visitante el comentario que sirve de título a esta entrada: “la ciudad debería vender el puente o comprar un río bastante para él”.
La historia acaba ahí pero me sirve para hilvanar los retazos de un sueño que tuve días atrás y que tiene que ver con las aventuras y desventuras que nos acaecen en nuestro breve peregrinaje por el mundo. Podría ser una tesis pero es tan sólo una fantasía pintada en un blog.
Como por el cauce de un gran río caudaloso así fluía mi vida en el sueño, de tal manera que el empuje de las aguas, turbias y revueltas en ocasiones, plácidas y límpidas en otras, me golpeaba una y otra vez en un cuerpo a cuerpo sin cuartel. Entre el nacimiento y la desembocadura también hay vida, pero el momento presente lo inunda todo y ocupa el completo espacio y la perspectiva de mi viaje y me impele a creer que todo en esa travesía llena de sorpresas se reduce al aquí y ahora mágicos. Lo cierto es que por cada nuevo lugar que me salía al paso mi vida quedaba soldada al momento y mi memoria se hacía la olvidadiza del instante precedente. Como una hoja al capricho del agua era mi vida toda y los colores vívidos y chispeantes del trayecto anegaban mis ojos de chiribitas.
En un recodo confluí con otros navegantes que con brillo en la mirada unos y con miedo en el semblante otros, saludaban al paso. Después encontré un dédalo de riachuelos y arroyos que horadan la tierra a su paso y con puentes que miran por encima de mi cabeza como gigantes de mil ojos. El objetivo de mi cámara estaba allí solícito para inmortalizar ese soberbio momento de lucha o de festejo. Ya se tratara del paso de un náufrago o de un feliz navegante todos vivíamos ese instante crucial en la certeza de que el mundo entero estaba allí, ignorantes del pasado y de su prolongación inexorable en el futuro. Siendo como era una gota de agua en el río de la vida yo me sentía como el río inmenso, una infinita pupila por la que resbala la luz sin ser nunca visto.
Pero más allá de las brazadas había otros ojos y otros ríos; cursos altos y bajos, una gran red de hilos invisibles conectados entre sí. ¿Tal vez debería salir del río para contemplar todo su curso? A la desazón de hoja al viento se unió la añoranza de poder contemplar toda la escena desde fuera. Con un esfuerzo titánico me agarré a unos matojos y pude dejar fluir el agua del río sin estar unido a su destino.
Y justo en ese momento tropecé con unos ojos dulces que me miraban. Era mi perrita que me observaba a escasos centímetros como una cenicienta. Seguramente ella también estaba informada de mi sueño y movía su cabeza pidiendo paseo.
La historia acaba ahí pero me sirve para hilvanar los retazos de un sueño que tuve días atrás y que tiene que ver con las aventuras y desventuras que nos acaecen en nuestro breve peregrinaje por el mundo. Podría ser una tesis pero es tan sólo una fantasía pintada en un blog.
Como por el cauce de un gran río caudaloso así fluía mi vida en el sueño, de tal manera que el empuje de las aguas, turbias y revueltas en ocasiones, plácidas y límpidas en otras, me golpeaba una y otra vez en un cuerpo a cuerpo sin cuartel. Entre el nacimiento y la desembocadura también hay vida, pero el momento presente lo inunda todo y ocupa el completo espacio y la perspectiva de mi viaje y me impele a creer que todo en esa travesía llena de sorpresas se reduce al aquí y ahora mágicos. Lo cierto es que por cada nuevo lugar que me salía al paso mi vida quedaba soldada al momento y mi memoria se hacía la olvidadiza del instante precedente. Como una hoja al capricho del agua era mi vida toda y los colores vívidos y chispeantes del trayecto anegaban mis ojos de chiribitas.
En un recodo confluí con otros navegantes que con brillo en la mirada unos y con miedo en el semblante otros, saludaban al paso. Después encontré un dédalo de riachuelos y arroyos que horadan la tierra a su paso y con puentes que miran por encima de mi cabeza como gigantes de mil ojos. El objetivo de mi cámara estaba allí solícito para inmortalizar ese soberbio momento de lucha o de festejo. Ya se tratara del paso de un náufrago o de un feliz navegante todos vivíamos ese instante crucial en la certeza de que el mundo entero estaba allí, ignorantes del pasado y de su prolongación inexorable en el futuro. Siendo como era una gota de agua en el río de la vida yo me sentía como el río inmenso, una infinita pupila por la que resbala la luz sin ser nunca visto.
Pero más allá de las brazadas había otros ojos y otros ríos; cursos altos y bajos, una gran red de hilos invisibles conectados entre sí. ¿Tal vez debería salir del río para contemplar todo su curso? A la desazón de hoja al viento se unió la añoranza de poder contemplar toda la escena desde fuera. Con un esfuerzo titánico me agarré a unos matojos y pude dejar fluir el agua del río sin estar unido a su destino.
Y justo en ese momento tropecé con unos ojos dulces que me miraban. Era mi perrita que me observaba a escasos centímetros como una cenicienta. Seguramente ella también estaba informada de mi sueño y movía su cabeza pidiendo paseo.
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - Puente de Calicanto - - - - - - - - - - - - - - - - - -
22 comentarios:
Cuando descansaste fue cuando te despertaste. La tensión del sueño favorecé la concentración en él.
¡cómo se hilas las cosas para llegar de la anecdota del comienzo al sueño de después!
Buenos días señor náufrago.
Me ha gustado mucho su sueño.
Desde el principio hasta el final es muy bueno, tanto en esa forma de hilvanar hasta la última vuelta de tuerca que convierte lo que al principio comienza con una historia con moraleja en una aventura diferente. La angustia de ese esfuerzo por salir se te pega leyéndolo.
En mi humilde opinión, escribe usted cada vez mejor.
Besos de alba*
Muy buen Blog! Felicitaciones!
Hola porantonomasia. Muchas gracias por su visita a mi blog.
Saludos.
Muchas gracias, alba* es usted sin duda muy generosa y me mira con ojos amigos.
Besos
Muchas gracias, Capitán. Bienvenido y muy amable.
Saludos
saltaremos los dédalos a golpe de palabra, pues
El sueño y la anécdota pertenecen a una misma urdimbre en tu mente, y forman un poema que yo lo llevaría así:
"Santiago de Chile,
rio Mapocho,puente de Calicanto...
Se debería vender el puente
o comprar un río bastante para él...
Entre el nacimiento y la desembocadura también hay vida, pero el momento presente lo inunda todo
y como una hoja al capricho del agua,
encontré un dédalo de riachuelos y arroyos...
y ya se tratara del paso de un náufrago o de un feliz navegante
era una gota de agua en el río de la vida
y había otros ojos y otros ríos...
y una gran red de hilos invisibles..."
hoy, estoy yo "como una cenicienta", observando tu sueño.
Pero no lo digo yo, lo dices tú, yo sólo tomo tus palabras como hilos y los tejo.
te dejo un beso y te espero en mi reino.
Sandra
Un sueño que me llega de lleno, Prometeo, que bien expresas esas situaciones.
Espero la próxima entrega con mal disimulada impaciencia.
Besos desde Madrid
Alicia
Hola Prometeo,
muchas gracias por su visita a mi blog, un verdadero placer corresponderle..
Besos
Ha sido un viaje precioso.
Me has hecho navegar en una fluviáli e intensa metáfora.
Desde dentro.
Nadando a veces y dejándome llevar por la corriente otras.
¿como se verá todo desde el puente?.
Como mero espectador...
Tu perrita se ocupó de despertar te
justo cuando ibas a convertir te en dios.
Muy sábia.
Precioso Prometeo.
Una aventura de vida...
beso
Saludos amor y libertad.
Gracias Seda, Sandra. Me ha gustado mucho lo que has hecho. Me acordaré de ti cuando llegue a tu reino.
Un beso
Hola, madrileña Alicia. Mucho gusto verte por aquí, mi fiel admiradora.
Besos
Hola Mónica, muchas gracias por tu visita. Nos vemos.
Besos y versos
Gracias Leni por tu comentario, me alegro que te haya gustado.
Besos
Seguramente si no hubieses tropezado con esos dulces ojos, tu intento de permanecer fuera del río hubiesen sido en balde, el peso de tu propio cuerpo o quien sabe si de tu alma te hubiesen hecho quien sabe si caer de nuevo en ese rio que te llevaba irremediablemente hacia alguna parte y tu sensación al despertar menos grata y mucho más frustante, sabiendo lo que ahora sabías.
Que triste vivir así, sin poder recordar los buenos momentos atrás vividos y aprender de los malos pasados.
Muy valiente tu hazaña, Prometeo.
Siempre dibujando con las letras, un verdadero placer leerte.
Te sigo no lo olvides.
Besos.
mar
Genial, náufrago!
Como te dicen por ahí, cada vez escribes superándote, me enganchaste en la primera línea... y ya no pude abandonar (esto es de mérito!)Y quería más.
El río de la vida es un tema muy atractivo.
La historía que narras es fabulosa, maestramente contada, y creo que da para mucho más.
Tu humildad te delata "...tan sólo una fantasía pintada en un blog"
Saludos!
Hola mar, muchas gracias por tus amables palabras. Sé que me sigues desde hace tiempo y me alegro que te gusten mi "pinturas".
Un abrazo
Hola Carmen. Claro que da para mas pero en un blog hay que consensar mucho. Muchas gracias por tus amables y agradables palabras.
Saludos
Hola,un blog de lo más interesante.Felicidades. Te leo.Un saludo...!
Muchas gracias, CuriosoMundoAzul. Gracias por su visita. Nos leemos.
Saludos
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