
Algunos piensan que soy un escritor. En realidad soy un creador de mundos. Al igual que un prestidigitador echo las cartas sobre el tapete y empieza el juego que se prolongará hasta la alta noche. Acabada la partida, barajo y vuelta a empezar.
Me acusan de jugar con cartas marcadas. No me hace falta. Cada naipe es lo que yo quiero que sea aunque nunca un caballo es un as.
Hay veces en que las cartas se comportan de manera inesperada, casi grotesca, pero es parte del juego, algo sin importancia. Diseño cada carta a mi antojo y dibujo sus bordes al azar.
Cada movimiento tiene un propósito y mis mundos son completos y se explican por sí solos.
Todo está sobre el tapete y nada queda fuera de él. Un día, una carta cualquiera se desdibuja con ribetes de llanto y otras ríe sin motivo aparente hasta perder el color.
En mi mundo hay inventores, mujeres interesantes, sabios, amigos de la naturaleza, animales de compañía y verdor.
Puede que tenga un as en la manga.
¿Quieres jugar una partida?
Me acusan de jugar con cartas marcadas. No me hace falta. Cada naipe es lo que yo quiero que sea aunque nunca un caballo es un as.
Hay veces en que las cartas se comportan de manera inesperada, casi grotesca, pero es parte del juego, algo sin importancia. Diseño cada carta a mi antojo y dibujo sus bordes al azar.
Cada movimiento tiene un propósito y mis mundos son completos y se explican por sí solos.
Todo está sobre el tapete y nada queda fuera de él. Un día, una carta cualquiera se desdibuja con ribetes de llanto y otras ríe sin motivo aparente hasta perder el color.
En mi mundo hay inventores, mujeres interesantes, sabios, amigos de la naturaleza, animales de compañía y verdor.
Puede que tenga un as en la manga.
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