
Hace un par de días cerca de donde escribo se perpetró un atraco de película en una Caja de ahorros: disparos al aire, ¡todo el mundo al suelo!, agresión al director de la entidad para que facilitara la clave de la caja, huida con rehenes, disparos contra la policía que acude a las inmediaciones del banco y que repele el ataque. Los atracadores iban fuertemente armados y contaban con antecedentes policiales. Resultado del atraco: un atracador muerto, tres heridos (dos graves, un policía con un disparo en la mandíbula y el otro atracador), 31 disparos y 12 rehenes. Hasta aquí los hechos.

Tras el lógico revuelo inicial empiezan a escucharse los comentarios de rigor: que si por qué han tenido que matar al delincuente, que si no hacía falta tanto, etc.
Sorprende cómo alguna gente está predispuesta a solidarizarse con los delincuentes antes que con la policía. Es curioso cómo algunos están, de hecho, más cerca de los maleantes que de quienes tienen la misión de velar por la seguridad de todos. Por algo será y por algo se empieza.
Padecemos las consecuencias de la sempiterna picaresca llevada a extremos injustificables que considera al delincuente más de fiar que al policía. Y eso es grave.
La calle, en muchas ocasiones repica esa estética cutre y putre(facta) a la que contribuye y refleja de manera tosca y jocosa, una canción del sexagenario y a pesar de ello adolescente cantautor Sabina que es capaz de meterse en la piel de todos estos sujetos:
Al Capone en Chicago, mercenario en Damasco, sultán en un harén, tahúr en Montecarlo, el más chulo del barrio, violador en tus sueños, morfinómano en China, desertor en la guerra,
Mientras que en este otro, ni de coña:
¿Policía? ni en broma, dice Sabina.
Eso es: burla burlando...
Pues bien, los atracadores de
la banda del ford focus como eran conocidos, emplearon toda la violencia que pudieron y atemorizaron a los vecinos con su proceder. Y las diversas
fuerzas policiales actuaron como se espera que actúen los guardianes de la seguridad de todos. Que esa intervención disguste a otras bandas de parecido jaez que pululan por las calles entra dentro de lo esperado; lo que no es normal es que los ciudadanos objeto de protección pongan peros a quienes, arriesgando su vida, nos defienden de las agresiones de los delincuentes.