
Estaba nervioso, para qué iba a negarlo. Mis compañeros me decían, tú tranquilo. No pasa nada. Los nervios sólo los sientes tú, los demás no tienen por qué percibirlos. Ten calma y dominarás la situación.
Era muy sencillo de decir para quienes no tenían que cruzar semejante raya. Cuando uno se juega el futuro en una entrevista de trabajo no es cosa de tú tranquilo que no pasa nada.
Respiré profundo. A ver, recomendaciones a tener en cuenta cuando uno se encuentra ante un trance así, pensé, y me puse a repasar todos los vídeos y libros que hablaban del asunto de manera detallada. Lo primero es el currículum, ¿lo has preparado a conciencia y redactado de acuerdo al puesto al que optas? escuché que decía alguien desde la pantalla. Mientras yo quemaba mis nervios frotándome las manos pude escuchar las advertencias sobre la comunicación no verbal y el cuidado que había que tener con el mensaje oculto involucrado en un gesto inoportuno. Mucho ojo con llevarse la mano a la boca o a la nariz, decían. Tampoco está bien cruzar los brazos y quedarse como un pasmarote. No te sientes en el borde de la silla ni deposites ningún objeto personal sobre la mesa.
Faltaban diez minutos para la entrevista y yo estaba cada vez más inquieto. Cinco minutos después entró María: acaba de llegar Silvia Reinosa. Dile que pase, me oí decirle. Entró y apenas pude articular palabra: ¿es usted Silvia? balbucí. La misma, aquí estoy a su disposición, pero siéntese, por favor, dijo ella resuelta. Supongo que es usted Juan Martínez. Asentí con un gesto de cabeza y proseguí: es la primera vez que realizo una entrevista de trabajo, sabrá disculpar mi torpeza, Silvia. No se preocupe, tranquilícese, añadió ella.
A ver, Silvia. Estamos buscando una persona que sea capaz de organizar esta oficina, que lleve la agenda de trabajo, que atienda las llamadas y esas cosas. Hábleme de su experiencia laboral. Silvia juntó sus manos formando una pirámide con los dedos sobre su boca con las puntas muy cerca de la nariz y rompió a hablar. Mire, le seré sincera: no voy a la caza de un puesto de trabajo; lo que en realidad busco es el trámite de una ocupación que me procure seguridad; en cuanto al empleo, no se preocupe, tengo sobrada formación y experiencia y sabré adaptarme a él.
Quedé sorprendido por esa entrada; no me esperaba algo y así y las palabras de Silvia me dejaron totalmente descolocado. Ella se percató de mi desconcierto y esbozó una sonrisa que pretendía infundir confianza.
Bien, -acerté a articular, -como sabe soy el responsable de recursos humanos y… Silvia susurraba para sí mi nombre. Mire, Juan: ni usted ni yo podemos perder el tiempo, así que vayamos al grano: su empresa, si no recuerdo mal, ofrece 13 pagas, un mes de vacaciones, dietas y desplazamiento. Pues entonces, no se hable más, el puesto es mío, dijo y se puso en pie. Espero que sabrán estar a la altura.
Gracias, -Acerté a decir,- ha sido más fácil de lo que pensaba. Muchas gracias, Silvia. ¿Ve cómo no era para tanto? Añadió segura. ¿Cuándo empieza? Le grité mientras desaparecía por el pasillo. Mañana mismo, dijo. Mañana a las 9 nos vemos, la oí decir mientras se alejaba hacia la puerta.
Los nervios se habían esfumado definitivamente y respiré tranquilo. A fin de cuentas no fue para tanto.