03 agosto 2010

El vuelo del águila I



Empujé el viejo portalón de madera y un chasquido trastornó por un instante la placidez del valle. Una lechuza que dormitaba en la penumbra alzó, torpe, el vuelo hacia otros escondrijos más apacibles. Anochecía y los sonidos se dejaban caer lejanos, cansinos, sin fuerza.

Tras recibir una enigmática misiva encaminé mis pasos hacia aquel extraño lugar que unos conocían por el pomposo nombre de el valle de la muerte y los más divertidos y graciosillos, por el valle de los locos de atar. Desde siempre el ser humano ha tenido la tentación de poner nombres sonoros a las cosas; a ese afán achaqué lo del valle de la muerte y no le di más importancia. Mal hecho porque de haber reflexionado un poco me habría ahorrado muchos sustos y algún que otro corte de digestión, amén de una pierna rota. Pero también todo haz tiene su envés, por lo que luego se verá.

No es que yo sea una persona miedosa pero el ambiente se iba cargando por momentos y cada nuevo sonido venía a unirse al coro de sensaciones que hacían que me empezara a poner nervioso a pesar de repetirme aquellas palabras sedosas que según los entendidos disipan la ansiedad. Para poca salud, ninguna, así que de pronto caí en la cuenta de que también las ya menguadas luces de la amplia vega huían como llevadas por los pelos y terminaban de anegar el valle y convertirlo en un lago de tinieblas.

La misiva decía: si quieres comprender el sentido de la vida, ven esta noche al valle de la muerte. Pero debes acudir solo y harás el trayecto a pie desde el pueblo. Reconozco que no soy bueno para las adivinanzas pero como es sabido que la curiosidad mata al hombre, me dejé llevar con la mínima resistencia por mi parte.

Anduve como unos cincuenta metros al interior del valle aunque mi inclinación natural o alguna antena desconocida para mi me urgía a hacerlo en sentido contrario. Y entonces le vi. Era un ser de apariencia humana que debía medir cerca de un metro noventa. Me sobrecogió, para qué negarlo. Dicho en versión trapisonda: me acojoné. Busqué mi pulso que en segundos pareció regresar a la normalidad. Aquello, lo que quiera que fuera, impresionaba más en la penumbra y parecía enorme y de perfiles amenazantes. Al poco me di cuenta de que se trataba de una vieja estatua surgida de la misma roca y que vigilaba el valle desde la posición dominante que ocupaba, pero el susto ya nadie me lo iba a quitar, qué quieres que te diga. Mis células tendrían trabajo extra esa noche. Un día es un día.

Debe ser una primera impresión para habituarme, pensé intentando sujetar el galope en el pecho. La alternativa era salir corriendo y no parar jamás. Si quieres comprender el sentido de la vida… recordaba del papel de los co__. Estuve a un tris de soltar un palabro de esos de garrafón, pero me contuve. Cuando saltan las alarmas, todo se altera y cada vez eres menos dueño de tus movimientos. Perdí los controles, es la verdad.


Sigue

16 comentarios:

LaCuarent dijo...

Yo ya quiero más caballero....
Saludos, seguiré a la espera

Marcela dijo...

"Si quieres comprender el sentido de la vida, ven esta noche al valle de la muerte". Esta frase es irresistible. ¿Cómo no ir?
Espero con muchas ganas lo que sigue!
Besos.

Lola Fontecha dijo...

Quiero saber mas......

Marisol Cragg de Mark dijo...

Me pica la curiosidad de saber cómo continúa tu historia.
Recibe un cordial saludo berlinés.

Eliane dijo...

está todo muuuuy misterioso! Quiero saber como sigue...
Un abrazo

♥ Sussy* Alvarez dijo...

MUY INTERESANTE! me encanto leerte y visitarte amigo* muy buen escrito
te dejo mis saludos besos y abrazos hasta pronto.

Meulen dijo...

Los chamanes existen...

y el nahual está más vivo hoy que ayer...

saludos!

Primavera dijo...

Interesante relato deseo saber la continuacion...
Primavera

Valentin Ibarra - (acertijo) dijo...

Visite: www.disrupciones.blogspot.com
La realidad como interpretación estética.

Carzum dijo...

Me encanta, aunque mira, me gusta más lo de "valle de los locos de atar" -formaré parte del grupo de los graciosillos, supongo-. Abrazos ;-)

Abuela Ciber dijo...

Te deseo que la semana que amanece te sea portadora de buenos momentos.

Cariños .
.
"No se llega al alba sino por el sendero de la noche."

Khalil Gibrán

Patrycia dijo...

impresionante!


beso a la distancia!

Jo G. Pallas Atenea dijo...

Es mi primer comentario en tu blog, que me encuentro porque ahora eres seguidor de mi Caverna de Sombras.

Seguramente disfrutaré más del proceso de encontrar el Valle de la Muerte que el de encontrar el sentido de la vida.

Saludos!!

Isabel Martínez Barquero dijo...

Interesante. Veremos cómo acaba este viaje iniciático, esta incursión en el misterio.
Un cordial saludo.

Paco Bailac dijo...

Generosa aportación. Felicidades.

Paco

Anónimo dijo...

Huele a Carlos Castaneda! Me gusta :)