24 abril 2025

Sandra


Hay personas que entran en tu vida con la delicadeza de una canción antigua. No hacen ruido, no buscan protagonismo, no se imponen. Llegan, simplemente. Y cuando te das cuenta, ya están ahí, en tu historia, como una página escrita con tinta indeleble. 

Sandra es así. 

Una de esas personas que no necesitan levantar la voz para que el mundo escuche. Que abraza con los ojos, que sostiene con la palabra justa, que está incluso cuando no puede estar. Hace un tiempo, el destino —caprichoso, cruel a veces— decidió tatuarle una enfermedad. Una de esas que no se pronuncian fácilmente, porque duelen, porque parecen querer ponerle fecha de caducidad a todo. 

Pero ella… ella no se rindió. La enfermedad no la definió. La desafió. 

Y entonces fue cuando la vi más viva que nunca. 

Su risa —esa risa suya que suena como campanillas entre los árboles— siguió escapando entre las grietas del dolor. Sus ojos, aun cansados, siguieron buscando belleza en los lugares más pequeños: en una taza de té compartida, en un mensaje inesperado, en la voz de un amigo que llama solo para decir: “Estoy contigo”. 

La he visto sostener su mundo con manos temblorosas pero firmes. La he visto caerse y levantarse. La he escuchado hablar de su miedo con una honestidad que rompe y sana al mismo tiempo. Y la he admirado, profundamente, sin saber muy bien cómo decírselo sin que parezca que la estoy despidiendo. 

Porque no lo estoy. No quiero. No puedo. 

Esto no es un adiós. Esto es un gracias. 

Gracias por enseñarme que la vida no se mide en años, sino en instantes compartidos. Que el coraje no siempre grita, a veces simplemente respira. Que el amor —el verdadero amor entre amigos— es ese que no huye, que no pide explicaciones, que se queda. Incluso cuando no entiende. Incluso cuando duele. 

Si estás leyendo esto, amiga mía, solo quiero que sepas que te llevo conmigo. Que hay una parte de mí que se parece a ti desde que te conocí. Que, si un día, tus fuerzas flaquean, yo recordaré por ti todas las veces que fuiste faro para los demás. Porque lo sigues siendo. Porque lo serás siempre. 

Aquí estoy. Contigo. Para lo que venga. Hasta donde tú quieras. Hasta donde tú puedas. 

 Con todo mi amor, José María

No hay comentarios:

Sandra

Hay personas que entran en tu vida con la delicadeza de una canción antigua. No hacen ruido, no buscan protagonismo, no se imponen. Llegan, ...