¿Y si casi todo lo que vivimos fuera apenas niebla? ¿Una sucesión de gestos que se disuelven antes de asentarse, como las olas que mueren sin nombre en la orilla? Y, sin embargo, hay momentos que se quedan. No sé por qué. No hacen ruido. No traen promesas. Solo aparecen.
Esta mañana he recordado uno. No tiene historia. Solo un rectángulo de luz temblando sobre el mantel y el vapor del café dibujando algo en el aire, como si escribiera en un idioma que solo entiende el olvido. Nada más. Pero ahí estaba, intacto.
Y me he preguntado: ¿por qué persisten esas imágenes que no significan nada… o lo significan todo? ¿Por qué vuelve a mí la sombra de una enredadera moviéndose al compás del viento en una pared que ya no existe, y no la voz de quien se fue sin que supiéramos cómo despedirnos?
Quizá la memoria sea como un náufrago, sí… pero uno caprichoso, que en lugar de aferrarse a lo esencial, se agarra a fragmentos absurdos: una grieta en la loza, un olor de otra casa, la forma en que alguien se recogía el pelo sin darse cuenta de que la miraban en la penumbra.
Tal vez porque lo esencial se esconde. No grita. No hace alarde. Se cuela por los intersticios de las persianas, se acuesta con nosotros en las tardes que no prometen nada. Y allí se queda. Invisible, pero presente. Como si lo más grande solo pudiera vivirse en lo más pequeño.
Hoy, mientras el sol caía de lado sobre los libros mal apilados de mi escritorio, me ha dado por pensar que todo eso que creemos irrelevante… quizá sea lo único verdadero. Como las piedrecitas blancas que dejaron en el bosque Hansel y Gretel. Como el murmullo del mar dentro de una caracola olvidada.
Y entonces me he detenido. He mirado el polvo flotando en el aire -ese que siempre intentamos quitar- y he pensado: quizá no sea polvo. Quizá sea oro suspendido. Belleza en estado de abandono.
¿Y si la próxima vez que la luz se cuele por una rendija… no haces nada? No la limpies. No la expliques. Solo mira. Respira. Quédate.
Porque puede que, al final, eso que llamamos vida no sea más que una colección de instantes que no supimos valorar cuando ocurrieron.
¿Y tú… cuál de esos instantes -insignificante, olvidado, inútil- llevarás contigo cuando ya no quede nada más?
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