El regreso del náufrago 2


Queridos compañeros de aventuras ¿cuántos quedarán de aquellos que antaño me leían y a los que yo leía con agrado? He comprobado que el tiempo ha hecho estragos y muchos de los blogs que seguí en su día ya no existen. Me gustaría recibir noticias de los que quedan. 

Han pasado 14 años desde que las palabras en este blog fueron abandonadas, como un barco en la costa que aguarda sin prisa su destino. Este silencio largo, casi atemporal, ha sido como el lento proceso de un naufragio. Pero, como bien saben los que surcan las aguas del destino, el mar no olvida; y, en ocasiones, el regreso es necesario. 

Lo que aquí compartí y ahora retomo, no son grandes relatos de epopeyas pasadas, ni crónicas que marcaron una época, sino fragmentos de una historia personal que, tal vez, se cruza y coincide con la de quien decide leer estas palabras. En este espacio, antes testigo de reflexiones sobre la vida, el trabajo y el conocimiento, quiero ahora sumergirme en lo cotidiano, en esas historias pequeñas que nos modelan y nos conforman, pero que, por lo general, no tienen cabida en los grandes relatos. 

Al mirar atrás, las primeras entradas fueron mis intentos de ordenar las ideas, de navegar entre las mareas del pensamiento y las aguas del autoconocimiento. Pero la escritura es, también, un naufragio de uno mismo; cada palabra lanzada al mar es una boya que podría ser arrastrada por la corriente, un eco que se pierde en la vastedad del océano. 

Hoy, tras más de una década y media, retomo este espacio con la idea de poner en orden lo que de alguna forma ya ha quedado claro: la vida es un viaje que siempre vuelve a empezar. ¿Tendrán cabida, todavía, las grandes reflexiones filosóficas y los monólogos sobre el sentido de la existencia? Sin duda, si bien creo que lo que viene ahora es más simple, más cercano y mucho más real. Son historias que habitan en mi día a día, en esos rincones que antes no encontraba el tiempo para observar, pero que hoy me llaman con mayor urgencia. Historias que, a su modo, también son naufragios, pero de las que se aprende también como de los relatos grandiosos. 

Así, bajo este regreso, inauguro una nueva etapa en el blog. Dejemos que lo que se viene sea como un cuaderno de bitácora, un diario del presente que no tiene otra intención que dejar constancia de lo que soy mientras sigo navegando. En los próximos días, las historias cotidianas serán las protagonistas, esas que se escriben con la tinta del olvido, pero que cobran vida cuando uno se toma el tiempo para detenerse y mirarlas de nuevo. 

Bienvenidos, una vez más, a Andanzas de un náufrago. 

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