¿Dónde quedaron aquellas palabras que alguna vez nos abrigaron como una manta tibia al anochecer? ¿Dónde se esconden los vocablos que sabían acompañar sin ruido, sin prisa, sin exigencia?
Hubo un tiempo -aunque nos cueste recordarlo- en que las palabras no eran urgentes ni fugaces. Eran refugio. Eran fuego. Eran brújula. En aquel entonces, una palabra bastaba para alumbrar una duda, sostener un alma rota o acariciar la incertidumbre con manos abiertas.
Hoy, muchas de ellas yacen sepultadas bajo la prisa, la hiperconexión, la tiranía del instante. Pero no han muerto. Duermen. Esperan.
Esperanza, por ejemplo, no era solo un deseo hueco, sino un pacto sutil con el porvenir. Compasión no era un suspiro condescendiente, sino un hilo invisible que nos trenzaba con la fragilidad del otro. Silencio, lejos de ser ausencia, era un santuario: allí donde el alma podía por fin escucharse. Aventura era horizonte abierto. Descubrimiento, el temblor primero de lo desconocido.
Hubo una época -sí, existió- en que el lenguaje tenía hondura. No se hablaba por hablar. Cada palabra pesaba. Cada frase llevaba la conciencia de su eco. Sabíamos que una sola palabra podía sembrar o arrasar. Y, sin embargo, hablábamos. Porque el lenguaje era vínculo, no mercancía.
Hoy, entre titulares huecos y respuestas automáticas, hemos ido olvidando. Pero aún estamos a tiempo.
Aún podemos decir “gracias” como si lo sintiéramos de veras. “Te escucho”, como si estuviéramos presentes de cuerpo entero. “Te entiendo”, no como consuelo barato, sino como un acto profundo de humanidad compartida. Aún podemos recuperar esa antigua costumbre de nombrar lo invisible, de dar forma con palabras a lo que se nos escapa entre los dedos.
Quizá de eso se trate, en el fondo, el oficio de escribir: de rescatar lo que no debía perderse, de volver a dar voz a lo que el ruido del mundo ha silenciado.
Porque mientras alguien -una sola persona- pronuncie una palabra verdadera con el corazón en la garganta, aún habrá palabras que vivan. Y con ellas, algo de nosotros también vivirá.
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