16 marzo 2025

Leer no siempre es bueno (y te diré por qué)


Siempre nos han dicho que leer es bueno. Sin más matices. Como si abrir un libro fuera garantía de sabiduría, crecimiento o incluso virtud. Pero, ¿y si no fuera así? ¿Y si leer pudiera ser tan beneficioso como peligroso? 

Piensa en esto: hay libros que liberan la mente, pero también hay libros que la encadenan. Hay lecturas que despiertan el pensamiento crítico y otras que lo adormecen con dogmas disfrazados de verdades inapelables. Hay historias que elevan el espíritu y otras que lo intoxican con mentiras bien narradas. 

 No todas las lecturas son buenas. No todos los libros valen la pena. Pero, ¿quién decide cuáles sí y cuáles no? 

El poder de la lectura… para bien y para mal 

 Leer puede ser una herramienta de emancipación. Un libro puede ser el trampolín que te saque de la ignorancia, que te haga cuestionar el mundo, que te dé las palabras para decir lo que antes solo intuías. Pero también puede ser un ancla, una jaula

La historia está llena de libros que han servido para justificar atrocidades. Manuales de guerra, textos de propaganda, doctrinas que han alimentado el odio, la manipulación, el sectarismo y la intolerancia. Sin embargo, también está llena de libros que han cambiado vidas, que han sembrado esperanza y que han sido la chispa de revoluciones personales y colectivas. 

¿El problema es el libro o la lectura que se haga de él? 

 Libertad para leer… lo que sea 

 Si reconocemos que leer no es bueno en sí mismo, sino que depende de qué se lea y cómo se lea, surge una pregunta inevitable: ¿tenemos derecho a decirle a alguien qué debe o no debe leer? 

 Aquí entramos en un terreno peligroso. Porque si aceptamos que hay lecturas que pueden ser dañinas, podemos caer en la tentación de querer censurar, prohibir, “proteger” a los demás de ciertos libros. Y esa es una pendiente resbaladiza. 

La verdadera libertad de lectura no está en decir “lee esto porque es bueno para ti” sino en dejar que cada uno elija su propio camino. Incluso si eso significa equivocarse. Incluso si eso significa leer basura antes de descubrir la joya.

Lo que importa no es solo qué se lee, sino con qué espíritu se hace. Si se lee con sentido crítico, con curiosidad genuina, con la capacidad de contrastar ideas. No hay lectura inocente, pero tampoco hay lectura definitiva. 

Pensar desde todas las perspectivas 

La mentalidad crítica no significa aferrarse a una sola perspectiva, sino estar dispuesto a explorar todas las visiones del mundo. Leer con pensamiento crítico no es buscar confirmar lo que ya creemos, sino desafiarlo. Es darle voz tanto a las ideas que nos seducen como a aquellas que nos incomodan. Porque entender no es lo mismo que estar de acuerdo, y solo cuando nos permitimos escuchar todas las voces podemos realmente formar nuestra propia opinión. 

Leer no es bueno… pero puede ser grandioso

Así que la próxima vez que alguien te diga que leer es bueno sin más, pregúntale: ¿leer qué? ¿leer para qué? Porque leer no es un fin en sí mismo, sino una herramienta. Y como toda herramienta, puede construir o destruir. 

Y al final, lo mejor que podemos hacer no es imponer lecturas, sino compartir las nuestras. No es cerrar puertas, sino abrir ventanas. No es decir qué está bien o mal leer, sino invitar a pensar, a descubrir, a cuestionar.

Y tú, ¿lees con la mente abierta o con la mente cerrada?

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