Enmudecen las últimas cigarras mientras yo despierto de un sueño tibio de sombras y sequedad de boca.
Desciendo del desván y en medio del salón allí están ellos. Sonríen como quien espera una visita o como quien revela una sorpresa. Alicia, el Principito, Siddhartha y el Ingenioso Hidalgo me contemplan con sorna, también con brillo en la mirada.
Alicia juega con mis ojos desde algún punto del espejo pero nadie más habló excepto el de la triste figura que lleno de unción rompió a decir:
Para mi, señor castellano, cualquiera cosa basta, porque mis arreos son las armas, mi descanso el pelear.
Los fulgores de estío tiemblan en los charcos del otoño que llega...
Desciendo del desván y en medio del salón allí están ellos. Sonríen como quien espera una visita o como quien revela una sorpresa. Alicia, el Principito, Siddhartha y el Ingenioso Hidalgo me contemplan con sorna, también con brillo en la mirada.
Alicia juega con mis ojos desde algún punto del espejo pero nadie más habló excepto el de la triste figura que lleno de unción rompió a decir:
Para mi, señor castellano, cualquiera cosa basta, porque mis arreos son las armas, mi descanso el pelear.
Los fulgores de estío tiemblan en los charcos del otoño que llega...
2 comentarios:
Muy poético eso de los rayos del sol que tiemblan en los charcos.
Te sigo, no lo olvides.
Alicia
Hola, Alicia. Muchas gracias, sé que me sigues y te lo agradezco.
Besos
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