Intentó con paciencia diseccionar un beso,
despejar la incógnita que incluye una caricia,
extraer cuánto dolor encierra una sonrisa,
y calcular lo ingenuo que entraña un cruel sabueso.
Trastabilló, ladino, en la arruga de un tapiz,
acertó, cual quizás, el quinto pie del gato;
soñó despierto la mala racha en arrebato
y bebió del abracadabra del ajonjolí.
Se despeñó desde lo bajo de un principio,
descifró las mil encrucijadas de Dédalo;
lanzó una coz contra las simas del océano,
y recompuso el tipo nadando entre aforismos.
Traspasó de Alí Babá la puerta de la vida,
vació la cánula secreta del orgullo;
profetizó cuánto silencio hay en un murmullo,
y qué de verdadero contiene una mentira.
Y fue expulsado del manicomio, claro...
23 abril 2009
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8 comentarios:
Me hubise gustado tenerle de profesor de matemática señor náufrago.
Él expulsado y el resto acogidos dentro, por ese orden.
Buenas noches.
Si como declaran algunos las matemáticas nos pueden sacar de la crisis (sobre todo si los dineros se dejan en manos de los salteadores de caminos), no está mal eso de atender a los números.
Es un efecto curioso que consiste en reducir todo a cada especialidad. Todo se explica por una suerte de coherencia interna dentro de cada espacialidad: matemáticas, sociología, psicología, economía...
Saludos
Buen poema Prometeo, muy buen poema.
Saludos. Isabel
Increíble, me ha fascinado el texto. Gracias
Muchas gracias, Isabel, eres muy generosa.
Saludos y feliz fin de semana.
Gracias Ignacio, muy amable.
Saludos
Desde luego, si era un genio...
Saludos malena.
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